EL RINCÓN DE LA PAZ
…en el C.P.J. Trinidad de Barcelona
Cuando
estoy en la cárcel y la jornada se va haciendo intensa... ves
que varios jóvenes están esperando para hablar... ahora
un educador te pregunta algo sobre un problema habido con su tutorizado
... que tienes el tiempo supeditado a empezar una actividad ... cuando
parece que todo se pone en contra tuya ... deseas el silencio, un lugar
donde refugiarte de portazos, gritos, o megafonías ... pero no
lo hay. Dentro de la cárcel no existe ese lugar de silencio, de
calma, de encontrarte contigo mismo. Yo lo necesitaba! Pero no
existía ...si yo en una mañana, o en una tarde
veía cómo todo mi tiempo se llenaba de ruidos, de gritos
... ¿qué sería de los jóvenes internos?
Este
problema se convirtió en algo obsesivo hasta darle una
solución. Pero no llegaba. En primer lugar necesitaba un lugar,
y después llenarlo de contenido. A los dos meses encontré
una sala (en la zona de los 'períodos') que quedaba más o
menos aislada del patio y de los portazos durante unas horas del
sábado por la tarde. Pero ello suponía poner una
actividad en el momento de la película de video o de partidos de
fútbol. Dirección no ponía impedimentos a utilizar
la sala. Ahora necesitaba darle contenido.
Y
así, por Providencia y sólo por Providencia, en enero de
1999 me encontré dando una charla en el Centro Cristiano
Universitario (C.C.U.). A los jóvenes allí presentes les
expuse la idea y cómo se podría llenar ese espacio y ese
tiempo. Les pareció bien, y más aún: Laura y
Elisabet se ofrecieron a colaborar en la preparación y a ser
voluntarias. Ahora empezaba el trabajo auténtico.
En
las Eucaristía de los domingos expuse varias veces la idea a los
internos y fue muy bien acogida, así que comenzamos la
preparación. Cada día que tengamos RINCON DE LA PAZ se
tratará un tema. Para ello previamente hemos buscado un dibujo
referente al tema, frases de personajes célebres sobre el mismo,
una oración o salmo, y anécdotas, historias y
fábulas que hablen sobre el tema. Todo ello escrito en dos
folios por ambas caras.
27 de febrero
de 1999: Cuando los internos llegan a la sala (un aula) han
desaparecido las mesas y las sillas y se encuentran una especie de
'altar en el suelo' que centra su atención: un icono de
María, una Biblia en un atril, una vela encendida, ejemplares de
N. Testamento, y las hojas de tema. Alrededor y también en el
suelo, aislantes de espuma que hacen las veces de cojines; en la pared
central un poster con los derechos humanos.
Cada
vez que se tenemos esta actividad se explica lo que vamos a hacer:
nada. Es decir: Estaremos en silencio, quietos, sin hablar, sin fumar,
sin salir o entrar. Se trata de descubrir el silencio, de gustar el
silencio donde no hay silencio. “Podéis leer, o no leer,
pensar, dormir ... con tal que sea un tiempo tuyo”. Los cinco
primeros minutos hacemos un mini ejercicio de relajación
rápida invitando a la quietud, a estar a gusto. Luego silencio.
Y por si hubiera posibilidad de oir ruidos externos ponemos una
levísima sintonía musical. Y así durante 45
minutos cronometrados. Después evaluamos, comentamos.
¿Qué
participantes hay? El número oscila cada vez que lo hacemos.
Hemos tenido desde 3 hasta 15, pero le promedio habitual es de 7 a 10.
Recordad que nuestra competencia es la película semanal de video
o un partido de fútbol.
Lo
más importante: siempre ha sido respetado el silencio como algo
sagrado, nunca ha habido que interrumpir o llamar la atención a
nadie. Poco a poco descubrimos cómo ansían ese momento.
Al principio lo hacíamos una vez al mes. Desde enero del 2000 ha
pasado a ser quincenal.
Ninguno de los
profesionales se lo creía, (aún no se lo creen) pero
ahí están los muchachos cada 15 días. Sin hablar,
quietos, sin fumar, sentados relajadamente, leyendo la Palabra de Dios,
o pensando, o leyendo las hojas preparadas sobre el tema. ¡Y
siempre el tiempo se les hace corto!
Cuando
estoy con ellos en el Rincón de la Paz una nueva idea viene a mi
mente: - ¿Y si algún día todo esto acaba en ser un
momento de oración ante Jesús Eucaristía?
- No corras, poco a poco.
- Pero podría ser, ¿verdad?
José Mª Carod Félez, mercedario.
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